martes, 12 de marzo de 2013

13/03/13

Nadie lo tiene todo.

Los deseos de la gente se pierden en los cielos mientras pierden el tiempo viviendo sin ningún sentido la muerte de los sueños forjados. Los árboles crecen y sus hojas caen al asfalto, los coches pasan por encima de ellas y todo el mundo las olvida. Yo también, y me siento mal por ello. He olvidado mis sueños porque los elevé tanto que al caer se rompieron, fui demasiado cobarde para recogerlos y murieron ante mis ojos. Rajé mi garganta para que nadie me escuchara quejarme y mis lamentos me han costado la ambición.

Las rocas erosionadas del mar se confunden con mis ganas de intentar seguir aquí y la única salida es a través del océano, cada paisaje nubla mi memoria, ahumando mis recuerdos, dañando la poca esperanza que me queda en encontrar algo nuevo o diferente. Tengo objetos nunca usados para evadir las penas pero prefiero escribir intentando ocultarme de ella porque el alcohol no me limpió las heridas y el tabaco no me mató lo suficiente, la cobardía me mantiene con vida. Porque aunque las miro a los ojos y trato de enfrentarlas, ellas acaban besándome y ganando la batalla.

Se ha convertido en una rutina pensar en lo perdido.
Lo que gané está a punto de evaporarse.

lunes, 11 de marzo de 2013

Story of a red rose.

La lluvia cae en las manos de una rubia cualquiera.

Su piel blanca contrasta con sus uñas rojas, labios mojados y pelo oxigenado resultan un buen reflejo en un charco a sus pies. El cigarro empapado y sin fuego, como los azules ojos de la joven sin esperanzas ni ambiciones, los recuerdos se tiñen negros en su cielo particular y corren por su mejilla. El cabello pegado a la cabeza, la chaqueta de cuero oscuro huele a piel nueva, sus medias rotas dejan ver la fina capa que protege a la carne pero esta muere al tacto de las frías gotaas.

Todavía se pregunta como llegó hasta ahí y quién tiene su corazón, lamenta como lo encontrará abandonado y roto en una esquina, intenta pensar que ya no existe y así no herirse a sí misma. Pero existe bajo el agua, sobre un asfalto tan negro como su esperanza y su rimel corrido, existe bajo las nubes grises y detrás de su muro emocional. Existe y eso la hace sufrir. Una rosa nacida en un sótano sin más consuelo que el de la compañía de un humo asesino y un líquido ácido como el alcohol.

La lluvia rompe a una rubia cualquiera. Su cigarro se encuentra apagado.
Por su boca escapa su alma, por sus ojos llora los recuerdos que le quedan.