domingo, 23 de marzo de 2014

Yellow.

Cae la lluvia de rosas.

Las rodillas de la rubia besan el suelo y en los labios del enamorado aún resuena el eco de la última palabra que ha hecho florecer su sonrisa. El incómodo ruido que provoca un silencio sin besarse se extiende entre ellos, el cielo rompe su promesa y retoma la búsqueda de la tierra solo para encontrar un océano en el que los versos olvidados se hunden mientras aguardan a un escritor que los haga suyos. 

Ya no quedan alientos que gastar ni mañanas a los que esperar, las brisas que prometían un verano alejado de sus tormentas solo anunciaban el invierno más largo que nunca pudieron soportar. Ella pinta sus labios con los pedazos que quedan de su carmín, se pone en pie y comienza a perderse con la esperanza de no encontrar jamás su destino si no es a su lado. Él la ve marchar, otro agujero hace gala de presencia en su pecho, lo rellena con humo y nubla su foto.

Los pétalos, ya secos de su última primavera, caen desafiando a las agujas del tiempo.
Y la tierra y el cielo solo encuentran sus miradas al darse la espalda.