viernes, 17 de julio de 2015

4.

Un ángel me cubre con sus alas como yo cubro mi iris con mis párpados.

Puedo sentir los latidos de su corazón en mi espalda, su barbilla buscando el hueco de mi hombro en el que apoyarse, la manera que tiene de formar con mi cuerpo el rompecabezas que otorga un sentido al todo en el que me daba miedo hundirme. Me giro y, buscando sus labios, doy un beso a la Luna que tanto refleja en sus pupilas, cada pulso de luz crea en su pecho el susurro del viento que siempre oí lejano sin llegar bien a entender, traduciéndolo para mi deleite en ritmo ordenado, constante, eterno y sereno. Con una sonrisa y un te quiero gana al tiempo y a la distancia, me mira a los ojos y logra verme, desnudarme en la tierra de su iris y hacerme florecer, convertir en luz aquella parte de mí que creía masa ingente y devoradora.

Ahora al Sol en un sueño me entrego, buscando en él una puerta por la que la arena del reloj se escape y el rápido retorno a la cárcel de sus brazos a la luz de las estrellas.