martes, 29 de septiembre de 2015

Ego.

Invades sin piedad la brisa.

Si me quedo a tu lado se pondrá el sol a mi izquierda para no querer salir más, ¿me puedes quitar las nubes para poder marchitar tranquilo? ¿Por qué afanarse tanto a la autodestrucción? Pequeño ladronzuelo granuja, eres solo un devorador de sueños que incesantemente apunta con su dedo a lo más oscuro, a eso que ya todos hemos visto. ¿Podrías callarte y hundirte como todos los demás hacemos en vez de ahogarte? 

Eso es, calma tu rezo y a tu corazón, deja que la emoción y no el miedo entre por tu nariz, permítele deslizarse por las paredes de tu garganta, siente el peso del cuerpo de Timor como aire, húndete hasta que tu propio peso te haga salir al otro lado. Sí, la cabeza te dolerá, sí, te esperan decepciones por mucho que recites bien la obra pero sabes que te divertirás improvisando. Al final caeremos del cielo a la tierra y él estará dispuesto a soportar en sus brazos todos nuestros pesos, un único beso tras el triunfo hará a la guerra parecer un juego. ¿Qué temes si estás soñando?

Cuanto antes pares de convertir el humo en arena, antes empezaremos a despejarlo.