Mi trono ya no brilla.
Se ha disipado en el sueño y solo hay tierra y barro, me hundo y descubro un nuevo mundo. Dónde antes habían flores solo quedan raíces que invaden mi cuerpo, se apoderan de él con su gentil dolor y la marea cubre la tierra. ¿Dónde floto y dónde me hundo? La realidad se clava como la estaca del jardinero, mi mano podada no consigue escarbar de vuelta al abismo.
Y mis sueños distantes, dulce melodía eterna, se esfuman.
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