miércoles, 30 de enero de 2019

Rojo.

Cristal y hielo se confunden.

Mis brazos gritan por volver a sentir el corretear de la vida escurrirse hasta mis dedos, dibujar con la pintura un futuro sin miedos ni cobardía en el que pueda saltar cuando quiera a la oniria. Cuánto más me abandone el ego más cerca estaré de volver a besarte, de dormir en la cuenca vacía, un dulce charco a mis pies en el que ahogar todas las mentiras que he intentado creer. Nunca vine para quedarme.

El hielo se deshace y vuelvo a sangrar.