sábado, 10 de octubre de 2020

No queda fruta.

 Me beso con el hastío y me sirve otra copa. 

El cubo de hormigón que hace de panal para mi carcasa se torna amplio y al silencio solo le rellena música, ¿podrá oírla Fobos desde su escondite? Y es que odia cuando Baco llega para cantarme solo a mí, su voz inundando mi garganta hasta calentarme el estómago es néctar, yo estoy sediento. La nostalgia me mira desde la esquina de la habitación y me recuerda una tierra que dejé porque el Edén murió, ¿qué hago aquí y a dónde voy?

Fobos vuelve, torpe y tambaleándose, para recordarme entre sus brazos por qué soy suyo.