jueves, 27 de diciembre de 2018

Ego 2.3.

Soy el buscador de soles.

Si un solo suspiro pudiera apagar la llama que pende de tus dedos convertiría mi cuerpo en escudo contra el que todos los huracanes impactarían. ¿Puedes oírme cantar con fe ciega cada verso de tu aliento? Hablo de como el invierno logra hacer desaparecer todas las flores, todas menos las que tú riegas con ese vacío de tu corazón en el que me pierdo y juego. Noto al frío amenazar con reventar cada una de mis venas, yo me río, arropado por tu pena y esperanza, no puedo evitar el llanto ante tanta luz.

Y tu luz oscurece hasta mis ganas de vivir, quiero dejar de ser en tus brazos.
No queda sol que encontrar en tu roce. Otro verano que me trae al mismo invierno.

"El miedo avanza".

viernes, 21 de diciembre de 2018

La pesadilla de la que no despierto.

Quería el cielo a cambio del viento.

Ahora pago con mi piel convertida en hielo aspirar a aquello que no podía tener, ¿a dónde va a ir mi aliento si no es al sol? Siento a la noche arrastrarse como una serpiente entre mis piernas desde el amanecer, se enreda en mi cuello y me anima a hundirme en el mar. Me recuerda que mi respiración es un gasto inútil, un error que el mundo no querría volver a repetir. Despierto envidiando la dulce victoria de aquellos que pueden ignorar lo patético de su existencia, la tanatofobia se convierte en madre de mi sueño, en sus brazos me mece y para ella me quiere. ¿Qué hacer con este ego enfermo en el que me consumo y congelo?

Y sabe Dios que ardería en el infierno con gusto solo para sentir siempre calor.
¿Pero para mí? La nada.


Home.

Se abre el telón.

Detrás de él, una ilusión. Un grial de oro que me invita a beber para salvarme del pecado de la mediocridad, derramo su líquido en mis fauces y lo devoro. Y entonces caigo. Oscuridad, apatía, frío, muerte. Superficialidad de aquello que siempre me mostraron sagrado, ¿qué hago aquí salvo aceptar que debo desaparecer? Ladro como un perro hambriento, mi correa es mi piel.

Detrás solo hay animales y silencio.

viernes, 7 de diciembre de 2018

Yo bien, ¿tú qué tal?

De qué sirve.

Mi único deseo es desaparecer en un destello, arder en lo alto de la montaña y ser faro que a los marineros atrae como sirena, ahogarlos en mi costa. Al diablo al que vendí mi alma lo encadenaré a este cuerpo inútil que dejo atrás para que encuentre en mis llamas la vida que sirve de imaginario a un infierno que pronto será suyo, en la eternidad del vacío mis manos apretando su cuello se convertirán en milagro perpetrado por auténtica fe ciega.

Y aún intento arrebatar el aire al viento.