lunes, 9 de diciembre de 2019

Julieta.

Mi trono ya no brilla.

Se ha disipado en el sueño y solo hay tierra y barro, me hundo y descubro un nuevo mundo. Dónde antes habían flores solo quedan raíces que invaden mi cuerpo, se apoderan de él con su gentil dolor y la marea cubre la tierra. ¿Dónde floto y dónde me hundo? La realidad se clava como la estaca del jardinero, mi mano podada no consigue escarbar de vuelta al abismo.

Y mis sueños distantes, dulce melodía eterna, se esfuman.

Romeo.

Al lado de la luna, cielo negro.

En el fondo del mar un farolillo me hunde hasta enterrarme, la tumba marina de las sirenas es mi hoguera en la cueva otra vez y para siempre. ¿No tienen derecho las estrellas a querer ver su reflejo? Quizás solo pueda aceptar que el fuego debería quemarme y aún así me evita, me queda el humo.

Nubes y sin luna, otra vez.