jueves, 30 de mayo de 2013

Te quiero, enana.

El sonido de una guitarra acompaña a mi soledad.

Otra vez, a oscuras y en medio de papeles que no dicen nada, pero que releo sin parar, recuerdo tu sonrisa. Otra vez, recuerdo que tú tienes la mitad de mi corazón y mi ser, que yo tengo la tuya. Otra vez, recuerdo que lo que nos une es la distancia y que me gusta dejar soplos de brisa en diferentes partes del mundo para que, cuando muera, el viento juegue a juntarlos lejos de todo.

Supongo que no puedo olvidarte así como así, que a fin de cuentas aún te adoro.
Tú fuiste más que una amiga o que una pareja. Tú... simplemente, fuiste tú.

sábado, 25 de mayo de 2013

"Lovers are meant to die."

"Lluvia en los rostros de los caídos,
pasos en la tierra de sus tumbas."

El color negro inundando el cementerio, en el que no reposa el viento o los amantes que decidieron fugarse a fracasar en sus sueños, es más alegre que el color de las flores muertas sobre la piedra gris. La atención se desvía a los ojos de una dulce señorita que guarda un pedazo de cielo en su mirada y el color de su enamorado en los labios. Le resbala una gota de lluvia por la mejilla, derrocha lágrimas en el corazón. Los sentimientos desbordan su cabeza, pero ella no rompe su muro con los que fueron su familia y ahora simples desconocidos.

Las nubes se preguntan cuál de los dos enamorados está más muerto, si la rubia que tiene que vivir en su vestido de color oscuro y cuya mirada se ha entristecido para siempre o aquél ingenuo que duerme ahora bajo tierra. El cielo mira a la tierra por última vez y se aleja bajo los juicios en murmullos, pero está demasiado sorda como para atender a ninguna condena. El camino a casa nunca fue tan largo, ni tan solitario, ni si quiera había parecido tanto un camino antes. Los charcos reflejaban su hermosa cara y sus pupilas reflejaron la tristeza. Dejó de llover, pero no en su rostro.

"Lluvia en el rostro de la enamorada que no se atrevió a fracasar,
sol en el cielo bajo el que la muerte del amado la condenó a vagar."
 

Destroy, create, destroy again.

No te acuerdas de todo lo que te quise.

Pero yo sí recuerdo como se me salía el corazón al rozar tus labios, no solo porque fuera algo prohibido, sino por todo lo que me hacía sentir el momento en el que nuestros alientos se fundían en uno y yo pensaba: "quiero besarle y ser solo para él, demostrarle que puedo ser su futuro si lo desea, que lo arriesgaría todo por un recuerdo que llevarme a la tumba". Pero nunca lo hice y tú tampoco, aunque mi mirada suplicara un poco de compasión, ni si quiera sabiendo que con un beso me habrías arrancado las palabras que deseabas escuchar. Porque lo sabías, ¿no?

Cuando me miro al espejo que permite ver más allá del cuerpo aún leo tu nombre, el tiempo no ha podido borrarlo. No has sido simples letras en la orilla que la marea arrastra, alguien decidió tallarlo en piedra para que yo después considerara una buena idea encadenarme. Aún hoy me ahogaría en ti, estúpido, ¿verdad? Tan estúpido como mi forma de decirte lo que sentía, tanto como el día que dije: "no es como si le quisiera, simplemente es un recuerdo bonito." Muy estúpido.

Y te tengo en una urna de cristal guardado, tu voz grabada en mis oídos para que sea la banda sonora de mis momentos más nostálgicos, tu tacto tatuado con fuego en mi piel por si algún día me olvido de qué es que te toque quien adoras, tus promesas en mis manos. Tantas cosas tuyas en mí y tan poco mío en ti, porque yo solo era aquél chico extraño e incomprensible, con suerte hoy al menos seré polvo.

No me acordaba de todo lo que te quiero.
No me acordaba de todo lo que me dueles.

jueves, 16 de mayo de 2013

Someday, it will end.

Creía que no había nada peor que una tormenta y me encontré a mí mismo.

Me encontré solo, en medio de una ciudad en ruinas que nunca fue habitada, sostenía pedazos de cristal y los dejé caer entre sonrisas, con el viento envolviendo cada pedazo. Me encontré solo y me intenté abrazar a mí mismo, pero las manos me sangraban y la sangre me ardía cada vez que las gotas resbalaban por mi frágil piel llena de cicatrices. El viento solo envolvía a lo que estaba roto y yo parecía no haberme quebrado lo suficiente para unas palabras de ánimo, mis pies descalzos caminaban solos por los pedazos de recuerdos. Dejé de sentirlos.

El frío y la nieve se convirtieron pronto en mis únicos aliados, encontrar rosas amarillas bajo piedras era emocionante, las disonancias eran una costumbre. Y quién podría haberme hablado de futuros cuando sostenía mi muerte en la mano, quién tenía sed con aquél fuego en botella... nadie tenía nada. Y eso era usual, los rostros desesperanzados de quienes no creían en nada más que en el momento que estaban viviendo, esos rostros me llevaron a no creer en nada más que en lo que sentía cada segundo, el miedo se apoderó de mí.

Mientras andaba solo, encontré cuanto perdí, perdí porque no quería pensar que estaba listo para ganar, porque todo era muy fácil y lo difícil era lo que me había importado el día que se alejó. Se fue quizás porque mi aliento a ron barato no era sinónimo de una buena vida, quizás porque el hecho de que por mis ojos saliera vodka en vez de lágrimas denotaba cobardía. Me aislé en mi ciudad en ruinas, en la que no había querido habitar nadie, me refugié y nunca miré más allá de las verjas que separaban mi realidad de la del resto. No volví a mirar al cielo, no volví a la costa.

No había nada peor que una tormenta, hasta el día que me desperté y no estabas.
No había nada peor, no hasta que amanecí sin razones para hablarte.