sábado, 25 de mayo de 2013

"Lovers are meant to die."

"Lluvia en los rostros de los caídos,
pasos en la tierra de sus tumbas."

El color negro inundando el cementerio, en el que no reposa el viento o los amantes que decidieron fugarse a fracasar en sus sueños, es más alegre que el color de las flores muertas sobre la piedra gris. La atención se desvía a los ojos de una dulce señorita que guarda un pedazo de cielo en su mirada y el color de su enamorado en los labios. Le resbala una gota de lluvia por la mejilla, derrocha lágrimas en el corazón. Los sentimientos desbordan su cabeza, pero ella no rompe su muro con los que fueron su familia y ahora simples desconocidos.

Las nubes se preguntan cuál de los dos enamorados está más muerto, si la rubia que tiene que vivir en su vestido de color oscuro y cuya mirada se ha entristecido para siempre o aquél ingenuo que duerme ahora bajo tierra. El cielo mira a la tierra por última vez y se aleja bajo los juicios en murmullos, pero está demasiado sorda como para atender a ninguna condena. El camino a casa nunca fue tan largo, ni tan solitario, ni si quiera había parecido tanto un camino antes. Los charcos reflejaban su hermosa cara y sus pupilas reflejaron la tristeza. Dejó de llover, pero no en su rostro.

"Lluvia en el rostro de la enamorada que no se atrevió a fracasar,
sol en el cielo bajo el que la muerte del amado la condenó a vagar."
 

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