jueves, 8 de enero de 2015

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La tormenta truena tu nombre.

Caen doradas las lágrimas que en gran estruendo se deshacen, la tierra arde al no encontrarte. El pájaro ya huyó de la jaula llamada hogar, arrastrado por la tempestad que cobró sus plumas buscando sentirse poeta, ni siquiera Belaam podría volver hacer sentir gozo al ave. La lluvia cesa al clavar la vista en el gris de las nubes buscando algo de luz, mi corazón desborda como lo haría el río. Entonces lo veo, dorado como al principio, pero sin nada que perder.

El sol clama por ti. 

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