Y no paro de girar.
¿Soy yo o la habitación? El cenicero se derrama como licor, la dulzura escuece en la garganta y ya no sé de qué fuego beber, me agarro a la pared por no chocarme contra el techo, ¿quién ha tirado la vida en el sofá? Baco, arrástrame porque los rápidos de tus ríos no lo han hecho, a la noche y al abrazo de Morfeo rezaremos juntos por encontrar el diamante atragantado entre la niebla.
Y buscamos y no encontramos a la musa.
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