Te imagino en las nubes.
El viento te acompaña, me observa. En mis ojos contempla lo mismo que yo buscaba en el abismo, lo que encontré, aquello que se me escapa y de lo que huí, el abrazo al que siempre pido regresar, tu abrazo cálido que a la tierra muerta otorga fertilidad. Su brisa vuela a mi alrededor, trae ecos dulces cuando mi mirada se clava en Timor, me aparta. Tus palabras me absorben, mi corazón llora lágrimas repletas de deseos ante los tuyos, ¿escuchaste mis plegarias mientras rezabas las tuyas?
Me pregunta qué deseos son los que me desbordan, los cumplirá si prometo seguir sonriendo. Pediré que tu corazón nunca quede vacío y que siempre encuentres en la vida gozo y primavera, una razón por la que merezca ver al Sol salir cuando aún estemos contándonos sueños bajo las sábanas y una buena excusa para dormir toda la mañana. Dime, ¿escucharías los latidos de mi corazón por mí cuando Morfeo nos cubra con su manto? ¿Consigues oír en ellos el murmuro que reza por los del tuyo?
Le pido a los céfiros que lleven mi abrazo hasta ti.
Que me imagines a tu lado y en un parpadeo puedas rozarme.
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