jueves, 24 de enero de 2013

Heartlessly.

Déjame sostener los pedazos de tu voz en mis manos.

Déjame aplastarlos y romperlos todavía más, tirarlos al suelo y pisotearlos mientras miro tus ojos de corderito al que yo mismo degollaría una y otra vez si no me inspiraran ternura. La presa se convirtió en cazador, el cazador se murió de miedo y trató de ladrar, pero a la voz se la destruye con un tiro de garganta. El cazador se había convertido en una mosca molesta dentro de un cuarto cerrado y con una ventana abierta, aunque prefería zumbar al lado de los oídos ajenos.

Y te escacharía con mis manos, asquerosa mosca, pero aunque sea el cazador sigo siendo humano (condición que tú, al parecer, perdiste cuando te viste revoloteando sin rumbo). Y te dejo la ventana abierta aún así, espero a que salgas por ella porque en mi mundo, sin ti, estoy mejor. Nadie quiere a una mosca nerviosa alrededor, mucho menos cuando tendría que haber sido un pájaro que enseñara a volar a los polluelos. Mucho menos cuando el pájaro les apuntaba con un rifle continuamente.

Ahora me suplicas clemencia por tus lágrimas, suplicas que entienda tu situación perdida y desorientada. Suplicas pero no fuiste capaz de atender a mis súplicas, ¿qué te hace pensar que sé como actuar de un modo que tú no me enseñaste? ¿Crees que el viento me iba a criar? Me dio fuerzas, pero no me abrió las alas, eso tendrías que haberlo hecho tú. Pero tú las rompiste, ¿recuerdas?

Déjame sostener los pedazos de tu voz en mis manos.
Ahora mira como caen, mira y siente lo mismo que yo. Intenta comprenderme por una vez.

No hay comentarios:

Publicar un comentario