Nada parece incorrecto desde este lado del espejo.
Todo se ve de una manera más tranquila e incluso las tragedias más exageradas adquieren un toque de humor y reflexión, como si nada importara más allá de la felicidad. Las rosas están en un jarrón y parecen no marchitarse nunca, parpadeo y ya han cambiado de color, parpadeo y han florecido otra vez en medio de una disonancia.
Las sonrisas de las personas no salen de mi mente, son felices y puedo ver a los amantes retozar en la cama, cólmandose de besos y caricias, murmurándose ambos el amor que se profesan... Puedo ver las lágrimas de aquellos a los que les ha llegado la felicidad un día sí y otro también, como en ese relato que cuentan todos libros, antes de que perdiéramos la dignidad por culpa de una maldita fruta y una serpiente.
Pero a veces, en el ruido con el que florecen las rosas oigo lo contrario.
Desde este lado del espejo, solo veo reflejos, copias de lo que en realidad es.
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