miércoles, 16 de septiembre de 2020

Un árbol sin sombra.

 Hay una hierba en el jardín de dudas.

Por más que la arranco vuelve a crecer y con ella mi desesperación. La tierra se ha vuelto blanca, un mar de sal y por espuma las babosas, mis pies quemados aplastan las semillas hasta que se me incrustan en las plantas, empiezan a brotar y me convierto en bosque. Los caracoles mordisquean mi nariz y de mi boca no sale salvo el grito mudo de una flor, la araña vuelve a hacer de mi hueco su hogar, ¿son brazos o ramas lo que cuelga de estos hombros de piedra? Los agito y solo caen hormigas, mi fuente brota y en ella se bañan cargando cada gota de vuelta a mis iris. 

Lo que el jardinero llamaría milagro solo yo lo llamo angustia. 

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