sábado, 21 de febrero de 2015

Ciego y libre.

Clavo la vista en el sol.

Timor acaricia mi muslo, Fobos grita tu nombre en mi cabeza, cierro los ojos y en la tormenta busco la nube sobre la que elevarme. Anhelo tu voz, tus palabras, encuentro las mías y la necesidad o la necedad me hacen abrazarme a ellas. Recuerdo que solo soy brisa, consigo llegar al cielo detrás de la niebla y quién pudiera traerte hasta aquí, quizás hacer de este tu hogar. Mis alas se derriten e Ícaro deja de sentirse tan estúpido por su error, no entiende por qué repito mil veces, me pregunta y mis labios esbozan una sonrisa porque la tuya es mi respuesta, el corazón no importa tanto y el vacío que me devoraba se engulle a él mismo.

En el suelo y ensangrentado le ofrezco una rosa amarilla a los hermanos.
Antes de mirar sus caras confundidas, la luz me arrastra como a una polilla, el viento susurra ahora.

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