Es un tornado sin escala de grises.
En el tablero todas las piezas viven sin árbitro, al orden le robó el sentido el caos con un guiño. Ahora mientras un rey degolla a sus propios peones, el otro se dispone a saltar desde la mesa. Las reinas se escaparon con los caballos y el cabello al viento, alguien las encontrará en una curva y con el corazón en el asfalto, será demasiado tarde para sonreír cuando el amor deje de brillar en sus rubíes. Una torre canta una canción realmente triste y se derrumba, el alfil solo observa e intenta no llorar. Yo lo acepto como la flor acepta su marchitar.
El huracán siempre vuelve, rubia.
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